viernes, 20 de octubre de 2017

Turismo


Podría bañarme en el azul de tus ojos.
Deslizarme por tu pelo y seguir haciendo turismo por la geografía de tu piel lívida.
Sentarme a descansar en el mullido colchón rojo de tus labios.
Reptar como una serpiente por tu vientre.
Comer tu cuello como un fruto exótico y prohibido.
Alojarme en el hotel de tu pecho indefinidamente.
Escalar tus curvas, admirar la catedral de tus piernas con un mapa que señalice tus rodillas.
Y terminar acampando a tus pies.
Pagaría todo cuanto tengo, que no es mucho, por la agencia que pudiese ofrecerme este viaje.
Sólo billete de ida, por favor.

Escrito en 2012.



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